jueves, 31 de agosto de 2017

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En el mes de julio de 1904, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando abrió un concurso para premiar una ópera española en un acto. Manuel de Falla recibió poco después un libreto de Carlos Fernández Shaw y, animado por su maestro Felipe Pedrell, comenzó a componer la ópera La vida breve. El músico gaditano inscribió la obra in extremis el día 31 de marzo de 1905, el último día de plazo. Falla resultó ganador, pero la obra sufrió muchos contratiempos y no se estrenó en España hasta 1914, aunque en Francia se había presentado un año antes.

La vida breve está basada en un poema de Carlos Fernández Shaw que su propio autor transformó en un libreto de ópera. Cuenta la historia de Salud, una gitana de Granada que está enamorada de Paco, un señorito que se ha prometido con una joven perteneciente a una familia rica. A pesar del juramento de lealtad que Paco ha hecho a Salud, se casa con su prometida y rechaza el amor de la gitana que muere implorando a sus pies el día de la boda.

Falla se esfuerza por llevar a cabo la idea de su maestro Pedrell de crear una ópera nacional, netamente española. Falla utiliza los estudios folclóricos realizados con Pedrell y sus propias investigaciones en este campo para formular una nueva expresión musical. Tomó notas acerca de los sonidos y ritmos del trabajo en las fraguas (que representa el trabajo de los gitanos); realizó estudios melódicos y rítmicos de danzas y canciones españoles (específicamente las granadinas); observó las escalas que se utilizaban en estas músicas, desde la gama andaluza hasta las mezclas de los modos antiguos; también aplicó la forma de cantar del flamenco con sus típicos melismas.

La composición de esta danza no sigue un único patrón rítmico. Parece ser que Falla sentía una especial fascinación por los bailes más apegados al carácter gitano como la cachucha. Hay quien ha apuntado que esta danza sigue las pautas de las alegrías, aunque en realidad adopta el tiempo de seguidillas; estaría, por tanto, más cerca de los temples del cante flamenco que de las alegrías. En realidad, las dos danzas que Falla incluye en La vida breve presentan una amalgama de estilos flamencos donde se suceden perfiles melódicos y esquemas rítmicos varios, y no la recreación de un único modelo.

Aun sin conocer la ciudad, Falla decide situar la acción de La vida breve en Granada y para ello pide información a su amigo Antonio Arango, también gaditano pero que había visitado la ciudad de la Alhambra años atrás. En septiembre de 1904 Arango escribe al compositor dándole detalles no siempre precisos:

[...] el Albaicín, según tengo entendido, es un barrio extremo de la ciudad, que por cierto está en cuesta [...] Respecto a pregones: casi no recuerdo ninguno. La fuente de donde dices que es buena el agua, es la del Avellano; pero ésta no creo que se venda a gritos por la calle [...]. La que sí se pregona es ¡agua de los algibes de la Alhambra! en un tono que casi es rezado y con un deje un poco parecido al de los cubanos [...]

Los infructuosos intentos de estrenar La vida breve, a pesar de haber obtenido el premio de la madrileña Academia de Bellas Artes, y la natural atracción que un músico como Falla debía sentir por París le animaron a marchar en 1907 a la capital francesa, donde permanecería hasta el inicio de la primera guerra mundial en 1914. Años después Falla escribirá a su amigo el pintor Ignacio Zuloaga:

[...] para cuanto se refiere a mi oficio, mi patria es París. De no ser por París [...] yo hubiera tenido que abandonar la composición y dedicarme a dar lecciones para poder vivir.

Durante su residencia en París Manuel de Falla conoce a destacados músicos e intérpretes con los que entabla amistad y continúa la que ya tenía con Joaquín Turina, quien se había trasladado a la capital francesa en 1905. A pesar de la estrechez económica con la que vive y de la lucha por lograr llevar a la escena su ópera La vida breve, Falla siente que está en su lugar. Todos le acogen como a un igual:

Mi primera gran satisfacción en París la tuve poco después de mi llegada, cuando visité a Dukas [...] Me pidió que le hiciera conocer algún trabajo para saber el camino que me convenía seguir; le hice oír La vida breve [...] y tales ánimos me dieron sus palabras que, como le dije, me parecía que despertaba de un mal sueño.

Este relato de los primeros contactos parisinos lo hizo Falla en carta a Carlos Fernández Shaw. En la misiva, el compositor se extiende en lo que él mismo llama «letanía de gratitudes», haciendo hincapié en la importancia de su encuentro con Albéniz, Debussy, Ravel y el pianista español Ricardo Viñes, entre otros.

A la espera de la suerte final de La vida breve, Falla logra el estreno en París de sus Cuatro piezas españolas y de Trois mélodies. Ricardo Viñes dio a conocer las Cuatro piezas el 27 de marzo de 1909, estrenando las melodías el 4 de mayo de 1910 la soprano Ada Adiny-Milliet con el acompañamiento de Falla al piano.

Finalmnente cantada en francés, con adaptación del libreto a cargo de Paul Milliet, La vida breve llegó a Niza para su estreno absoluto el 1 de abril de 1913. El papel protagonista (Salud) fue cantado por Lillian Grenville. Finalizando ese año, el 30 de diciembre, tuvo lugar el ensayo general de la obra en el Théâtre National de l’Opéra-Comique de París, donde se estrenó oficialmente el 7 de enero de 1914.

Apenas unos meses más tarde, el 3 de agosto de 1914, Alemania declaró la guerra a Francia: la Primera Guerra Mundial estaba en marcha. La situación fuerza el regreso a España de Falla.

De nuevo en Madrid, el compositor reinicia su andadura con buen pie: La vida breve sube, ¡al fin!, a un escenario madrileño, el del Teatro de la Zarzuela, donde se estrena con éxito el 14 de noviembre, siendo Luisa Vela la primera Salud española.

Fuente:

https://www.march.es/musica/jovenes/formas-de-bailar-la-musica/esencias-de-la-danza.asp

http://www.manueldefalla.com/es/diez-anos-de-vida-breve


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