
Aspiazu nació el 26 de mayo de 1912, y su tío Angel Iriarte, que era director de la banda, le enseñó los primeros rudimentos de la música con los instrumentos de la banda y además el cello y la guitarra. Los recursos polifónicos de la guitarra le decidieron y pronto el sobrino había superado al tío en el dominio de la misma. A partir de ahí comenzó su andadura autodidacta en la técnica de la guitarra, solfeo, armonía y composición.
En 1936 vio horrorizado el bombardeo de Gernika desde lo alto de un monte. Al llegar a Bilbao cayó prisionero en manos de los italianos y pasó dos años en la cárcel de Martutene. En connivencia con sus amigos idearon construir una guitarra en la cárcel. Para llevar a cabo el extraño proyecto guitarrístico colaboraron los elementos más heterogéneos y menos musicales: sirvió como caja una cazuela, una caja de puros se utilizó como tabla de armonía, los trastes eran delimitados por palillos. Lo más complicado, las cuerdas, llegó de fuera. La propia familia del prisionero artista, consciente de lo que suponía para José no disponer de una guitarra, se las ideó para introducir las cuerdas ocultas en la masa de un pan elaborado al efecto. Al llegar la noche José tocó en su celda ayudado por el silencio de los presos. Al día siguiente el director de la cárcel requisó la artesanal guitarra, pero pronto permitió que José pudiera traer la guitarra normal de su casa.
Una vez fuera de la cárcel se dedicó al oficio de pintor y en el tiempo libre comenzó a hacerse popular dando conciertos en Bilbao, Santander, San Sebastián y por toda la provincia. Para entonces había comenzado a componer y a hacer transcripciones.
En 1950 partió a Suiza con un contrato de Radio Ginebra para tres meses para emisiones radiofónicas semanales. Una vez finalizado el contrato y enamorado de la belleza y comodidad que ofrecía Ginebra decidió quedarse actuando donde le requerían. Trabó estrecha amistad con un muchacho que quedó asombrado al observar una estampa callejera que le dejó atónito porque le hacía recordar un oscuro pasaje de la biografía de su padre. El asombrado joven no era otro que el hijo del ya famoso guitarrista Andrés Segovia. José pasó toda una tarde tocando para Andrés Segovia quien admirado por el nivel del vasco le preguntó: “¿Con qué maestro has estudiado?” y José le respondió: “Con el mismo que ha tenido usted!”. “¡Pero si yo no he tenido maestros!” José sonriendo le respondió “Yo tampoco”. Segovia escribió una carta de recomendación al director del Conservatorio de Ginebra para que aceptaran a José de Azpiazu como profesor de guitarra del Conservatorio y responsable de la puesta en marcha de la enseñanza de este instrumento. En Noviembre de ese mismo año Azpiazu inició la enseñanza de la guitarra en Ginebra y trajo a su mujer e hija a la ciudad. Ahí comenzó una fulgurante etapa de conciertos por toda Europa, cursos, emisiones en radio y televisión etc.
Comenzó una labor de investigación, que tanto le apasionaba, por los archivos y bibliotecas de Europa recuperando para la guitarra música antigua; así como a publicar transcripciones y composiciones propias por las editoriales más importantes de todo el mundo. Dio las primeras emisiones públicas (desde su descubrimiento) de conciertos hoy tan famosos como el Concierto en Re Mayor para laud y orquesta de Vivaldi, la Symphonia Concertata de L. Boccherini (en San Sebastián), el Concierto en re minore per liuto, viola d'amore e Orchestra de Vivaldi y muchas otras obras, bien a guitarra sola o acompañando a otro instrumento. Fue el primero que dio en concierto público la obra integral original para laud de Bach.
Las editoriales de música editaron innumerables composiciones y transcripciones de Azpiazu así como métodos de la enseñanza de la guitarra que en el ambiente musical se consideraban como “revolucionarios”.
En 1958 editó el libro “La guitare et les guitaristes” con la editorial Symphonia-Verlag. Los periódicos hablaban ampliamente de él y de su labor pedagógica y editora. Alumnos venidos de Estados Unidos, Japón, Noruega etc. realizaron estudios guitarrísticos con él. Acompañó a grandes figuras como la cantante Pilar Lorengar, la actriz María Casares, la cantante de negros espirituales Fanny Jones, etc. obteniendo un gran éxito. Acompañó también a importantes grupos de música como el cuarteto ARVA o el famoso grupo de música antigua “LA MENESTRANDIE” que utilizaba instrumentos de época (José tocaba el chitarrone). Escribió artículos de prensa, fue corresponsal de la revista Ritmo de Madrid, donde incluyó artículos sobre la historia, la técnica de la guitarra y otros instrumentos de la familia, y le gustaba insistir en el hecho de que lo importante era la música, de la que los instrumentos eran sólo sus servidores, y que no tiene sentido la postura contraria.
Nunca llegó a apreciar la música dodecafónica. Al contrario, la aborrecía y así lo declaraba. La anécdota que le ocurrió en Módena puede darnos una pista sobre sus sentimientos al respecto. Participaba en un concurso de composición en la mencionada ciudad italiana, cuando comprobó que el jurado estaba mayormente compuesto por dodecafonistas. Aunque aborrecía el género, o precisamente por ello, decidió participar de una original manera, que él aclaró había sido por broma. Se empeñó en rellenar la partitura que iba a presentar de modo que el resultado resultara, según su criterio, lo más desagradable posible. Pero ni aun así consiguió traicionar su sentido musical, pues ganó el premio. Al recibir al premio en metálico y el correspondiente diploma en pergamino, el comité organizador le inquirió sobre la fecha del estreno, ocasión que no desaprovechó para dejar patente su intención al presentarse al concurso, pues les respondió que “no acostumbraba tocar tan mala música”.
Son miles y miles de hojas editadas en editoriales de todo el mundo (incluyendo la editorial propia EDITIONS BELTZ). Entre los años 60-70 se editaron 8 LP’s para las casas de música Ricordi, Evasion y Emi. Invitó a importantes compositores suizos para que escribieran para la guitarra como Henri Gagnebin, Mathieu Vibert, Hans Haug, Roger Vuataz, Jean Quinodoz, etc.
Murió el 27 de diciembre de 1986. Hoy, la práctica totalidad de lo publicado por Azpiazu constituye parte muy apreciable del patrimonio de la Biblioteca Nacional Suiza, de Berna.
Fuente:http://www.euskonews.com/0626zbk/gaia62601es.html
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