lunes, 9 de noviembre de 2015

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Durante su época de estudiante Ravel asistió a menudo a veladas que se realizaban en los hogares de los patrocinadores musicales parisinos. Estas reuniones incluían interpretaciones informales de las composiciones nuevas. Uno de los patrocinadores a cuyo salón asistió Ravel fue la princesa Edmond de Polignac, que encargó la Pavana para una Infanta Difunta, una modesta obra para piano solista. Ravel sin duda compuso la obra apresuradamente y sin pensar mucho en el futuro de la misma. Era música de salón escrita para el presente, no para la posteridad.

Ravel se sintió sorprendido, sinó molesto, con la posterior popularidad de esta modesta composición. Se convirtió en su primera obra ampliamente conocida, pues era interpretada con frecuencia por pianistas aficionados. Si hubiera escrito una rutilante pieza de exhibición para el piano, tan sólo los solistas virtuosos la hubieran tocado y las interpretaciones hubieran sido mejores. Pero la música de salón está dirigida a los aficionados y de este modo la obra fue tocada, por lo general mal, en incontable número de ocasiones. Como su popularidad eclipsó la de sus obras más sustanciales, Ravel llegó a indignarse con la Pavana. Escribió despectivamente sobre ella años más tarde: "Hasta tal punto es una cuestión de historia antigua que es hora de que el compositor se la entregue a los críticos. Ya no veo sus virtudes desde esta distancia, pero, ¡ay de mí!, puedo percibir sus faltas demasiado bien. La influencia de Chabrier es demasiado vivida y la estructura es bastante pobre. Las notables interpretaciones de esta obra cuestionable y convencional han contribuido, creo, en gran medida, a su éxito.

Ravel estaba aludiendo no sólo a las extravagantes interpretaciones descriptivas de la obra producidas por los críticos sino también, sarcásticamente, a las torpes interpretaciones instrumentales qué por lo general se daban de la obra. Una de estas ejecuciones mucho menos que notable fue dada por un niño, que la tocó pesadamente en toda su extensión, en un tiempo desesperadamente lento y sin ningún sentido del lirismo. El compositor le dijo al pianista: "Escucha, hijo, lo que escribí es una Pavana para una Infanta Difunta, no una Difunta Pavana para una Infanta."

De hecho el propio Ravel tocaba la pieza, pues deseaba impedir que fuera tocada exclusivamente por aficionados.

Fuente:

http://www.hagaselamusica.com/clasica-y-opera/obras-maestras/pavana-para-una-infanta-difunta-de-maurice-ravel/


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